Existe el viejo dicho popular "El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras". Una vez alguien me preguntó: ¿y por qué no pesarlo al revés? Hice la prueba y tiene mucho más sentido: uno siempre es dueño de sus palabras y siempre, de esto estoy segura, termina siendo esclavo de sus silencios.
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